La mitología kichwa referente a la fundación de los pueblos descubre situaciones,
personajes, formas de pensamiento que transitan en pareja, buscan, seleccionan los
lugares para proceder a la fundación de los pueblos, así por ejemplo en el mito del
pueblo kichwa otavaleño, los Otavalos tuvieron que caminar largas jornadas hasta
encontrar el lugar ideal y proceder a la construcción del mismo, similar situación sucede
en el mito de la formación de los cañaris, cuando inundado el pueblo, la pareja de
hermanos es alimentado por dos wakamayas, se enamoran y el pueblo cañari crece.
La acción de buscar, seleccionar, definir, persistir en pareja es importante como valores
que acompañan a las personas, la acción de definir significa determinación,constancia
la definición del lugar integra una visión estética y un conocimiento de espacios, la
selección de los espacios se caracterizan además por el conocimiento de la energía
positiva y negativa, elementos importantes en la definición y selección del lugar. Estos
aspectos permiten comprender entonces la importancia que ponían nuestros ancestros en
garantizar que el entorno se convierta en un todo, en una razón de ser del individuo, de
la naturaleza y de la población, para que éste se complemente con el ser de los
individuos y de la colectividad.
El conocimiento de los lugares energéticos hasta la década de los años 80 eran comunes
en las comunidades, sus pobladores, niños, jóvenes, mayores, tenían un conocimiento
pleno de los lugares, evitaban pasar frente aquellos que eran considerados negativos y si
dichos lugares eran inevitables, los transeúntes debían hacer una oración y fumar un
cigarrillo hasta lograr alejarse del mismo, esta práctica se mantiene aún en las personas
mayores que acostumbran a trasladarse a pie de un lugar a otro.
El sentido estético del lugar, se traduce en la importancia que pusieron nuestros
antepasados en identificar espacios que visualmente contribuyan a la sanaciòn del
espíritu, por esa razón en el caso de Otavalo, los cinco lagos, las lomas, las montañas
que bordean al lugar, constituyen el aire que los otavaleños respiramos para renovar las
energías, recomponernos y continuar en el día a día.
En esta práctica nuestros antepasados acostumbraban subir a lugares prominentes que
permitían visualizar el horizonte y el firmamento con mucha amplitud, estos lugares que
en la actualidad son conocidos como miradores eran utilizados para desarrollar un
sistema de sanaciòn conocido como el samary o el waylla que consistía en cumplir con
el siguiente ritual:
Las personas llevaban ofrendas que eran dedicadas y depositadas en la parte central del
mirador, luego hacían fuego y quemaban sahumerio para que su humo envuelva el
entorno y lo purifique, luego de las plegarias los ritmos que dedicaban, se incorporaban,
respiraban profundo y contemplaban la majestuosidad del horizonte, se sumían en el y
meditaban en medio de dicha paz, en este ejercicio se hacia realidad la frase, kawsarishkanimi, nuevamente he vuelto a vivir.
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